miércoles, julio 11, 2007

La verdadera pobreza


Ser pobre implica la falta o carencia de algo. En nuestra sociedad, esa carencia se interpreta como una falta de cosas únicamente materiales (obvio, falta de dinero igual falta de todo).


Entonces, ¿de que carencia quiero hablar?, contextualicemos esto en una comparación "centro - periferia" (sí, teorías del desarrollo, todavía me acuerdo - escalofrío - ). La perifieria es lo considerado "pobre": la carencia material, el aislamiento, etc. Mientras que el centro implica el "alcance de la mano", la abundancia, la prosperidad. Estos conceptos sin embargo, se pueden ir al piso si se observa con cuidado, existen ejemplos a millares, como el hecho que las tasas de suicidio juvenil son más altas en países económicamente prósperos (centro / metrópoli) que en los considerados del tercermundo (periferia).


¿ De qué prosperidad se puede hablar?, si en los sitios llenos de abundancia (ciudades / metrópoli) se vive un stress y una incerteza de seguir vivo que mina alma y cuerpo. Regresando la vista hacia la periferia, se puede ver una vida apacible, sin muchos objetos según los cuales, nosotros ilusos citadinos consideramos que es "un horror vivir". ¿Será entonces de volver hacia el campo?, ¡ claro que no!, acostumbrados al ritmo frenético de la acumulación, esa idea es prácticamente una locura.


La pobreza es la carencia de algo, de algo sin lo cual no se puede vivir o se vive una vida que "no es vida". ¿ Es el campesino pobre? al parecer no, pues tiene siempre que comer, una casita donde vivir, algunos trapos que ponerse y sobre todo la alegría de tener a la mayoría de familia y amigos cerca de él; si les preguntas sobre que necesitan, pues no te dicen mucho, ellos son los ricos. El citadino no está conforme con su minúscula casa, su ropa pasada de moda, no estar rodeado de toda la tecnología que se ofrece por doquier y, lo más penoso, en la búsqueda de aquellos objetos no da importancia a quienes le rodean, el "céntrico es pobre".


Parece que los budistas tienen toda la trompa embarrada de razón: el deseo lleva al sufrimiento, pero pedirme que no desee es como pedirme que no respire, así me criaron, me criaron pobre. La insatisfacción es el común denominador del céntrico o citadino y siendo así, la búsqueda de lo que se supone "le hace falta" hace que de hecho se despoje de lo único que tiene: los pocos individuos/as que le rodean. El citadino entonces se convierte en "pobre de espíritu", extrañar es un asunto ajeno a él, sólo se puede mirar para adelante.


La verdadera pobreza es dejar de tener sentimientos, ciertamente, a veces me siento cada vez más autómata, el ritmo desquiciante del estilo de vida del consumo me tiene en un callejón sin salida, me enloquece, pero a la vez me es imposible renunciar a él.


Homenaje a mis viajes veraniegos...

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