jueves, mayo 01, 2014

20 años sin Ayrton


Todavía recuerdo esa nefasta mañana, aquel Primero de Mayo en el que en Ecuador había elecciones legislativas y yo ya estaba, como siempre, despierto muy temprano para ver la carrera de Fórmula 1 y a hacer fuerza por mi ídolo, Ayrton Senna. Él había cambiado de escudería, dejó el tradicional rojo y blanco de McLaren para pasarse a Williams, que era la escudería de moda, la de más billete, la de mejor tecnología, la que había hecho campeones a Mansell y Prost en años pasados. Era una apuesta segura.

Ayrton no venía bien, se había retirado de los 2 primeros GP de la temporada, mientras que su más cercano rival, Michael Schumacher, ya había conseguido 2 victorias. El ambiente en Imola era muy tenso, en las prácticas había muerto Roland Ratzemberger, joven piloto austríaco. Por otro lado, Senna, su equipo y admiradores sabían que no se podía fallar si se quería pelear el título. Yo me acuerdo haber estado muy nervioso.

Arranca la carrera, Ayrton en pole como siempre y en ese arranque hubo un accidente. Por primera vez veía el famoso "Safety Car", mientras limpiaban los escombros del desorden, mis nervios aumentaban porque con ello, Senna no podía distanciarse de Schumacher. Finalmente se retira el Safety Car, Senna vuela y yo recupero la calma al ver a mi ídolo acelerar y acelerar. De pronto, El Williams se va de largo en la infame curva "Tamburello" y Senna se da de frente contra el muro. Lo primero que pensé es que "perdíamos el título frente al cabrón del Schumacher", pero Ayrton lucía muy mal y me preocupé. En la transmisión decían que apenas reaccionaba y se lo llevaron a la clínica en helicóptero. Mi mamá me mandó a comprar a la tienda. A lo que regresé, los Michelet confirmaban la muerte del gigante, yo simplemente arranqué a llorar.

Fue un domingo tremendamente amargo, no lo podía creer, pasé en shock, hasta me enfermé. Recordaba las grandes hazañas de Ayrton, aquel Mónaco '92 pico a pico con Mansell, aquellos Adelaida en los que se deslizaba como pez en la lluvia, mientras el resto de pilotos se ahuevaban. El eterno campeón de Monza, de Mónaco, el de las rebasadas imposibles, el del furioso acelerador. Ya nunca sería igual el gran circo de la Fórmula 1.

Senna me dejó el legado de la afición a la Fórmula 1, que ha ido desapareciendo porque nunca encontré alguien siquiera comparable a él, tal vez me identifico con Raikkonen por su carácter gélido en casi todos los aspectos de la vida, excepeto a la hora de acelerar. Me dejó esa impresión de que la gente puede morir joven, puede morir en su mejor momento, que nada está garantizado, ni el próximo segundo, ese cierto sentido de decepción por el mundo que perdura hasta estos días, pero también, varios recuerdos hermosos de mi infancia, el deseo de salir igual a correr aunque las condiciones sean las más desfavorables, claro, esto en sentido figurado y aplicable al diario vivir. Ayrton ídolo, nunca, ¡pero nunca te olvidaré!