miércoles, noviembre 28, 2012

Barcelona vuelve a ser campeón, ¿todo volverá a ser como fue?

Soy hincha de El Nacional ...

y me crié con la idea de que Barcelona es el rival. Estamos hablando de allá por finales de los 80 y principios de los 90, cuando me crié con el gusto por el fútbol. Eran tiempos de rimbombantes figuras extranjeras luciendo la amarilla: Marcelo Trobbiani, Mario Saralegui, Luis Alberto Acosta, Rubén Insúa, Tony Gómez, Alfaro Moreno, Marco Etcheverry y demás. Los mejores locales: "pestañita" Morales o Pepe Pancho al arco, Izquerido, Montanero, el "piquetero" Quiñónez". El habilidoso pepín Gavica y el recordado Carlos Muñoz. Eran tiempos en los que en varios diciembres eran la cara larga de ver a "mi enemigo" coronarse campeón una y otra vez.

Enero del 98 y veía con fastidio los festejos amarillos en mi barrio y en la tele. Pasaron los años, me volvía ... "adulto" y dentro de la pasión futbolera hubo un gran cambio. Aquel gigante de mis años de infancia pasó a ser un cuadro indefenso y caotizado, siendo ridiculizado  por sus rivales y entre las generaciones más jóvenes quedaba la incógnita del porqué tenía tanto seguidor un club que estaba lejos del protagonismo.

Hoy, Barcelona, luego de una larga espera, ha vuelto a ser campeón del Ecuador y me agarra con sentimientos encontrados. Por un lado está el fastidio, la envidia y todos los sentimientos viles que te embarga que un cuadro de fútbol que no sea el tuyo, salga campeón. Pero por otro, está cierta sonrisa, esa que desplegas cuando se viene la nostalgia a la mente. Pasa que el destemplado grito de "Barcelona Campeón" me traslada automáticamente a la infancia, al recuerdo de los grandes jugadores del priemr párrafo, sin duda a tiempos más relajados y mejores.

Esta semana querré ver lo menos posible noticieros y asomarme lo menos posible a redes sociales, pero para mí, la buena noticia es que con el "retorno de Barcelona", retorne el ciclo del fútbol como lo conocí y sobretodo, retorne la dicha a mi vida, aquella dicha infantil. Si es así, bienvenida sea la comedera de cemento de cada diciembre cuando hasta en la sopa te pasan ese odioso pero épico estribillo: "Amarillo como el sol ..."