Domingo, día sagrado

Temprano en la mañana o a mediodía el feligrés se despierta y viste sus mejores galas: la camiseta de su equipo favorito. Luego de un corto desayuno y una plegaria se dirige a su sagrado templo: Olímpico Atahualpa, Monumental, Capwell o Casablanca donde otros miles de fieles lo están aguardando para el momento sagrado.

Inicio del ritual: papelitos, humo y cánticos en favor del equipo y en desprecio hacia el rival. Se vienen más oraciones, invocación a la Virgen María y a los Santos cuyas imágenes están siendo aferradas con devoción por todos quienes acudieron al templo de césped y cemento. El ritual exige que una vez comenzado los feligreses se sienten, aunque los más fanáticos aguardan todo su desenlace de pie.

Expiación de culpas: lamentaciones vocálicas (uuuuh en hombres, aaaah em mujeres), gestualidad: se tapan los ojos, alzan las manos (muchas veces con gestos considerados obscenos), cánticos varios de alabanza y el coro catártico que corean allegados y rivales ante la conducción del ritual por parte del Ministro (perdón... árbitro): HIII-JUE-PUUTAAA, HII-JUE-PUUTAAA

Comunión: se sirven empanadas de morocho con cerveza (no se como le hagan en la Costa), las cuales sirven para refrescar el ánimo y pasar la angustia de los feligreses cuando su equipo favorito no está en buena tarde. También sirve para festejar y en todo caso, para compartir con lso feligreses alrededor. Cuando cae el frío, no viene mal tampoco el Trópico Secco.

Momento cumbre de la celebración: Goooooooooooooooool!. Saltos, abrazos (¿besos?), vuelven los cánticos de devoción al equipo, de alegría intensa. Constrastada con el momento de recogimiento: gol del rival: se toman la cabeza, si estaba con sombrero lo bota al suelo, blasfemias varias.

La paz: buen partido compadre, ganó el mejor, la próxima vas a ver, etc. Algo que no entienden las barras bravas. Finalmente despedida y el cántico de juramento de fidelidad: me voy pero te juro que el domingo volveré...

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